viernes, 19 de abril de 2024

Reseña de libro: MATILDAS (TRES OBRAS DRAMÁTICAS)


Bushby y las mujeres

Inclasificable, indefinible e insólita. Acaso podríamos ajustar dichos adjetivos a la prolífica y notable producción dramatúrgica de Alfredo Bushby. Un autor que nos ha regalado, cuando los directores han sido capaces de traducir adecuadamente sus historias en el escenario, momentos inolvidables en montajes teatrales complejos y exigentes para el espectador. Y es que Bushby pone a prueba tanto a los artífices de sus obras, como a los propios lectores. Tal es el caso de Matildas (tres obras dramáticas), reciente libro publicado por el sello editorial Vallejo & Co., que contiene tres piezas acerca de ambiguas presencias femeninas, que revelan en gran medida los intrincados intereses de un escritor imprescindible dentro de la dramaturgia peruana.

Desde el mismo título del libro, Bushby pone a prueba a sus lectores. ¿Por qué nombrar Matildas a este compendio de piezas llamadas Tamara, la Magna, Ultimato y Yo, la mejor de todas? Pues proveniente del clásico de Dante Alighieri, apareciendo en el canto XXVIII del purgatorio en La Divina Comedia, esta bella mujer llamada Matilda representa de manera simbólica la perfección de la naturaleza humana, así como el anticipo de la felicidad total. He ahí la paradoja, pues los personajes femeninos que aparecen en las páginas distan mucho de ser perfectos, pero sí que representan las complejidades inherentes de todo ser humano. 

El trío de piezas no solo destila teatralidad por todos lados, sino que además reta al lector a tener sumo cuidado y precisión para comprender las tramas; además, Bushby concibe cada historia con diferentes formatos que enriquecen el producto final. En Tamara, la Magna, con sus minuciosas acotaciones, varios diálogos en rumano, hipnóticas canciones y sus saltos espaciales y temporales, conocemos la historia de esta cantante que busca encontrar su propia voz, rodeada de tres actores que interpretarán el resto de personajes, tanto humanos como animales; en Ultimato, con una fuerte carga lírica, se le cede total protagonismo a la declaración de la Mujer, frente a una más bien complementaria presencia del Hombre, con un sorpresivo final; y en Yo, la mejor de todas, somos testigos de la exposición de tres mujeres de diferentes edades y experiencias, en una suerte de tribunal universitario en el que se discuten temas sobre feminismo y empoderamiento, sin caer en ningún momento en la trampa panfletaria.

Como menciona la crítica Rita Alvarez Carbajal en su lúcido comentario, “el libro toma un nombre que no solo lo compara con el ideal dantesco, sino que también lo conecta con un término asociado a la reivindicación, un tema transversal a los tres dramas”. Eludiendo cualquier arquetipo teatral preconcebido, Matildas (tres obras dramáticas) es la confirmación de Bushby como un consumado dramaturgo que se pone a prueba constantemente, a él mismo y a sus lectores, encontrando nuevas maneras de escribir para la escena, develando las profundas heridas que nos vienen aquejando como sociedad.

Sergio Velarde

19 de abril de 2024

jueves, 18 de abril de 2024

Crítica: ZOOM


¿El vínculo en las relaciones de pareja va cambiando con el pasar del tiempo?

Cuando observamos a parejas de varios años quizá tengamos la sensación de que desbordan felicidad y podríamos preguntarnos: ¿cómo hacen para seguir año tras año y que se vean como la primera vez? Pues quizá eso podamos pensar desde dos factores: el primero, que desde nuestros propios caminos en pareja hemos tenido, en algún momento de la relación, que cuestionarnos muchas cosas sobre cómo va nuestro vínculo y si en verdad, luego de algunos años, este me sigue dando estabilidad y tranquilidad; y el segundo, es que esa otra pareja a la que observo en aparente “estabilidad” también ha pasado por su propio proceso y si hacemos ZOOM, tan cual lo hacemos en algún momento con nuestros propios vínculos, pues empiezan a verse las grietas que van dejando las parejas en el tiempo.

Esta reflexión me dejó la pieza teatral ZOOM, escrita y dirigida por Flavio Giribaldi, cuya dirección te atrapa como espectador, con una historia que se percibe como bastante cotidiana, pero con una profundidad muy especial que se deja ver en escena. La obra es sencilla de seguir y el trabajo de dirección hace que te identifiques con cada etapa por la que pasa esta pareja, sus inseguridades, sus miedos, sus creencias, su forma de amar, porque es importante al momento de relacionarse preguntarle al otro: ¿qué es para ti el amor? Fuera de que nos guste mucho o nos mueva mucho la otra persona, si la manera de amar o lo que el otro entiende de lo que es el amor es diferente a nuestro aprendizaje, nuestra escala de valores y lo que queremos de una relación, pues la atracción no alcanza. Esto, en cada escena, se ve muy bien contado; es más, aparecen dos personajes que cumplen “las voces interiores”, las que nos van dictando cómo conducirnos según nuestras vivencias y que también nos culpan cuando nos dejamos llevar por los impulsos.

Es escena están Quini Gómez, Astrid Villavicencio, Klaus Herencia y Renato Cruces; los cuatro llevan una química sobre escena muy natural y hacen que la pieza teatral tome aún más vida con unas actuaciones con mucha entrega de energía, llevando bien sus tiempos, y siempre en la acción precisa. A destacar el trabajo de Gómez y Villavicencio, por su absoluta naturalidad y facilidad en su trabajo en escena. La propuesta escénica era minimalista, con los elementos necesarios y es que todo recae en el trabajo de los actores. La obra está a cargo de Muki Producciones y se presenta en el Club de Teatro de Lima. Muy recomendable.

Manuel Trujillo

18 de abril de 2024

martes, 16 de abril de 2024

Crítica: (DES)ENCUENTROS DE OBRAS CORTAS


Nuevas voces en el teatro

Telón Mestizo, bajo la producción general de Víctor Lucana, presenta (Des)Encuentros de obras cortas, un tríptico de microobras de dramaturgia latinoamericana, que explora diversos géneros, desde la comedia hasta el suspenso.

La primera pieza, La lengua del pájaro carpintero escrita por Gustavo Ott, es interpretada por Diego Horda y la destacada actuación de Estrella Cruzado, dirigidos por el mismo Lucana. En ella, se narra la evolución de una relación amorosa a través de sus fases críticas: juventud, paternidad, separación, conflictos y reconciliación. La narrativa y la dirección logran emocionar al espectador, con una obra sincera con la que público puede identificarse. Sin embargo, la transición entre escenas y la disposición espacial de los actores requieren refinamiento para mejorar la fluidez del montaje. Por otro lado, los pocos elementos de utilería deben estar mejor cuidados en cuanto a la disposición en el espacio para que no ensucien el escenario.

En Retretes, la segunda obra escrita por Adriana Genta, la dirección está a cargo de Miguel Díaz y con las actuaciones de Florencia Guzmán y Maribel Gutiérrez. La dirección e interpretación de las actrices logra transmitir una atmósfera de tensión y el misterio que envuelven a dos amigas atrapadas en un baño con una bolsa que insinúa contener restos humanos. Con tan solo tres cintas masking tape pegadas al suelo y las acciones de las actrices logran dar a entender que la escena transcurre al interior de un baño. Sin embargo, la trama se ve perjudicada por la falta de claridad contextual sobre la ubicación y los acontecimientos externos, dejando importantes interrogantes sin resolver. El abrupto final parece precipitado y desconecta al público de la historia central, perdiendo fuerza la propuesta.

La última obra es Dios es un bicho de Enrique Olmos, dirigida por Florencia Guzmán y las actuaciones de María Beltránes, Estrella Cruzado y Nicolás Chinchilla. En la historia, tres niños debaten sobre el controversial nombre de su mascota, Dios, generando un diálogo que plantea profundas preguntas y reflexiones sobre las creencias adultas vistas a través de los ojos de niños pequeños, así como la tolerancia y los prejuicios. Los actores logran transmitir bien la inocencia, ingenuidad y ternura propia de la infancia, con una propuesta de dirección dinámica ágil que permitía tener un timing adecuado y mantener la atención del público, aunque a veces podría resultar confuso seguir la historia al plantear tantos cambios de personajes entre los actores en tan poco tiempo.

En conjunto, Telón Mestizo se está posicionando como un promotor de voces nuevas en el teatro, proporcionando un espacio necesario para el talento emergente. Estaremos expectantes de sus futuras producciones, anticipando más propuestas que desafíen y enriquezcan el panorama teatral.

Alexandra Valdivieso

16 de abril de 2024

lunes, 15 de abril de 2024

Crítica: DELIRIO, UNA COMEDIA PSICOACTIVA


Psicodelia delirante

De acuerdo a la RAE, la psicodelia es aquella “tendencia surgida en la década de 1960, caracterizada por la excitación extrema de los sentidos, estimulados por drogas alucinógenas, música estridente, luces de colores cambiantes, etc.” Es justamente esta delirante predisposición, todavía en práctica, la elegida para la creación de un alucinante (nunca mejor expresado) espectáculo de Gestus Perú, como resultado del primer taller montaje Caleidoscopio Sin Lógica, con la siempre acertada dirección de Paloma Reyes de Sá, titulado Delirio, una comedia psicoactiva. Son catorce los artistas participantes, quienes idearon la presente puesta como una secuencia de divertidísimos cuadros vintage de lucimiento parejo, interconectados por una sesión de sanación espiritual bastante particular.

Tratándose de una propuesta de formato antológico, resulta inevitable que ciertas secuencias resulten, dentro de nuestras subjetividades, más efectivas y entretenidas que otras; sin embargo, se percibe un cuidado trabajo de dirección que aprovecha las fortalezas de cada artista y mantiene además, los miniconflictos de todos los personajes en un nivel bastante parejo. Mezclando la comedia, el clown, la danza, el stand-up, entre otras técnicas, el conjunto no decae en energía en ningún momento, destacando aquella entrañable e hilarante pareja de conductores de la mencionada sesión, realizada décadas atrás, en condiciones más “libertinas”.

Temáticas variadas, como los conflictos entre padres e hijos, los comediantes frustrados, los sapos convertidos en príncipes por el beso de princesas, las diferencias entre alucinógenos naturales y procesados, las visiones del futuro, las tesis de los terraplanistas, entre otras, que suman al coctel de disparate total. Y además, se deja un espacio para la oportuna reflexión sobre nuestra desatendida salud mental. Excelente trabajo en conjunto de todo el elenco, en el que encontramos a Gabriela Ludeña, Leonor Acosta, Macarena Layseca, Monica Terrazas, Paola Maggio, Víctor Jhon Domínguez y Manuel Chiok, al lado de varios nominados y ganadores del premio Oficio Crítico, como Cristina Renteros, Luzma de la Torre, Roni Ramírez, Diego Zúñiga, Emmanuel Caffo, Gabriel Baltuano y Joamoc More. Delirio, una comedia psicoactiva, presentada en la Payacasa de Barranco, bien merece una urgente reposición.

Sergio Velarde

15 de abril de 2024

Crítica: HIRAETH, LAS FOTOS QUE NUNCA OLVIDAREMOS


Los recuerdos más allá de las palabras

Cada vez son más las propuestas teatrales independientes que apuestan por salir de la oferta convencional y se arriesgan a introducir diversas formas de expresión, como el movimiento, las acrobacias, la danza, entre otros. En esta ocasión, Hiraeth, las fotos que nunca olvidaremos, creación colectiva dirigida por Gabriel Baltuano, nos presenta el efectivo uso de la máscara expresiva para relatarnos un drama familiar, con toques de humor y sobrada nostalgia. La breve temporada tiene lugar en la Casa Cultural Mocha Graña.

La trama gira en torno a una familia con predominancia matriarcal, compuesta por las hermanas Carmen (Gabriela Jordán) y Felicia (Atria Fiol); esta última tiene dos hijos, Felipe (Diego Manga) y Blanca (Tamara Alfaro), quien a su vez tiene una hija llamada Rafaela (Sofía Murrugarra); además, se encuentra el amigo de infancia, Tony (Alejandro Zapata). En escena, somos testigos de una particular dinámica, retratada a través de fotografías familiares y recuerdos; entonces, una inesperada pérdida los obliga revalorarse como individuos y como familia.

Respecto al montaje, se utilizó una sala funcionalmente distribuida con artículos clásicos como la radio y los casetes; además del acertado acompañamiento musical, con canciones del recuerdo y creaciones originales, en la voz de Nia Vanie. Sin embargo, lo más resaltante de la puesta es el uso ininterrumpido de un elemento poco explotado en nuestros teatros: la máscara expresiva, la cual contiene la historia y carga emocional del personaje. Teniendo en cuenta que la máscara no habla, el uso de cuerpo es vital para desarrollar los “diálogos”, en este tipo de propuestas. En ese sentido, el joven elenco sale airoso del reto, ya que logran ejecutar con gran precisión y sensibilidad cada gesto corporal, llegando incluso a percibir cambios en la propia máscara, por el efecto ilusorio que se crea en el ambiente. Si tuviera algo que mencionar, quizá es continuar puliendo algunos detalles como las entradas y salidas por la puerta, que se quedaba abierta en momentos que ya debía cerrarse, lo cual no quita ningún mérito al trabajo de noventa minutos bien sostenidos.

Hiraeth, las fotos que nunca olvidaremos es una conmovedora puesta en escena, que rescata un importante elemento teatral como la máscara expresiva, la cual traspasa la ausencia de las palabras, reflejando en cada movimiento, en cada canción y en las sutiles danzas, los recuerdos de una familia. También, nos revela la fragilidad y el dolor que causan las pérdidas, así como la unión y la importancia de cultivar nuestros vínculos, reforzándolos a través del tiempo.

Maria Cristina Mory Cárdenas

15 de abril de 2024

domingo, 14 de abril de 2024

Crítica: EL ÚLTIMO ESTRENO


Teatro sobre teatro

Estrenándola hace dos años y asumiendo en aquel entonces uno de sus personajes, el dramaturgo y director Gianfranco Mejía se anima a presentar nuevamente su pieza El último estreno en el Nuevo Teatro Julieta y dedicándose esta vez, únicamente a las labores de dirección. Cabe resaltar la sana evolución de Mejía a lo largo de los años, en la que acaso sufra uno que otro traspié cuando retoma alguno de sus primeros textos escritos, en los que todavía su dramaturgia se encontraba por afinar. En el presente caso, su puesta en escena acierta en múltiples niveles, especialmente en el interpretativo, para convertir esta sencilla historia de un simpático elenco teatral a semanas de su estreno, en una entrañable anécdota sobre la vida del teatrista.

Mejía escribe mejor acerca de lo que conoce y experimenta, por lo que no es de extrañar que los personajes y conflictos que vemos sobre el escenario tengan un sólido asidero en la realidad del autor. Así tenemos al impaciente director-autor-productor multitask (Martín Abrisqueta), a la diva en horas bajas (Leslie Stewart), a la empeñosa novata (Isabel Chappell), al fanfarrón actor de televisión (Edwin Vásquez) y al bohemio teatrista (Jorge Bardales); todos ellos ensayando en la sala de una casa, con problemas con sus horarios y con la venta de entradas y encima, con los esperables conflictos que se suceden en los previos al estreno. Sólido trabajo de todos los actores, sorprendiendo gratamente Stewart, quien le imprime humanidad hacia el último tramo, en el que quizás sea el personaje más estereotipado de todos.

El gran riesgo de la puesta en escena es el de presentar durante varios minutos y hacia el final los ensayos de la obra dentro de la obra, sin cambio de luces y vestuario, en la misma sala: aquí, la dramaturgia es terrible y las interpretaciones, sobreactuadas a más no poder; sin embargo, todo esto es adrede y se consiguen hilarantes resultados, ya que los personajes fueron delineados con acierto en el primer acto. Mejía consigue con El último estreno una más que digna comedia, apelando acertadamente al formato “teatro sobre teatro” y ofreciendo a su numeroso público el sano entretenimiento que promete.

Sergio Velarde

14 de abril de 2024

viernes, 12 de abril de 2024

Crítica: MACBETH


¿Hasta qué profundidades pueden llegar nuestros deseos?

Macbeth de William Shakespeare es una obra trágica que explora temas de ambición, poder y las consecuencias de los deseos desenfrenados. El personaje del propio Macbeth sufre la transformación de un noble respetado a un tirano hambriento de poder, impulsado por sus profecías y su propia ambición; siendo capaz de todo por perpetuar ese poder e ir más allá de sus propios límites. La pieza profundiza en la idea del destino versus el libre albedrío, mostrando cómo las decisiones de uno pueden, en última instancia, conducir a su ruina. Los elementos sobrenaturales, como las tres brujas y el fantasma de Banquo, añaden una atmósfera inquietante y misteriosa a la historia.

En esta oportunidad, la obra es llevada a escena por Alumbra Producciones en el teatro Mocha Graña, bajo la dirección de Jorge Bardales y producida por Loreley Vidal y Dante del Águila. La dirección es bastante acertada y se logra ver cómo el personaje de Macbeth va en cada escena siendo consumido por el poder y se vuelve implacable; asimismo, se aprovechan bastante bien los espacios del escenario y de la entrada del público. Lo que genera una atmósfera de inmersión total en la obra, haciéndote muy participe de cada suceso; todo recae finalmente en el trabajo de los actores. Existen muy pocos elementos escenográficos, y eso en este caso ayuda mucho al desarrollo de la acción de la obra.

En cuanto al elenco actoral, todos a destacar: Eli Rodriguez, Luis Levano, Petroni K., Grecia Flores, Juan Pablo Benites, Nicolle Olguin, Jennifer Vargas, Miranda Fabiola, Emilio De Rutte, Patty Gonzalez Inga y Gabriel Bazan. Las actuaciones bastante equilibradas, muy conectados, atentos, y considerando que son bastante jóvenes y que varios están iniciando sus caminos sobre las tablas, están bastante cohesionados con muy buena energía. En general, Macbeth es un clásico atemporal que continúa cautivando al público con sus personajes convincentes, temas complejos y una historia dramática. Recomendable.

Manuel Trujillo

12 de abril de 2024

domingo, 7 de abril de 2024

Crítica: LA COMEDIA DEL AÑO


Una comedia para todos

La comedia del año, escrita por Gianfranco Mejía, vuelve a la escena teatral, esta vez bajo la producción de Enterteinment On Stage y la dirección del reconocido actor Marcelo Oxenford.    

El argumento nos presenta a un grupo de jóvenes, cuyo trabajo en un bar pende de un hilo, pues los espectáculos improvisados que arman cada noche van decayendo, lo cual hace que el público deje de asistir a este local. Por ello, el administrador les anuncia que si las cosas continúan así, el bar cerrará definitivamente, poniendo a prueba la creatividad y paciencia de los trabajadores. Como primer punto, la narrativa convoca a la figura del metateatro, es decir, una obra teatral dentro otra, ya que somos testigos en los primeros minutos, de escenas sueltas con diálogos cotidianos y algunos recursos clichés, que logran el cometido de la premisa de los malos espectáculos de aquel bar; sin embargo, son defendidos por un afiatado elenco encabezado por Pedro Olórtegui (el administrador), Daniel Menacho, Franco Iza, Gaizka Pasalodos, Paula Misha, Celeste Mori y Macarena García, quienes asumen diferentes roles con detalladas características.

Por otro lado, la escenografía que alude a un bar es aprovechada para jugar con el movimiento y la música, aunque particularmente considero que el amplio espacio del Teatro Jade, el cual contaba con necesaria ventilación, al mismo tiempo era un factor distractor, por el ruido de dichos aparatos, que a pesar de los micrófonos instalados en la escenografía y de estar en las primeras filas, competían con los diálogos, algunos de los cuales me perdí por este motivo. En el caso del ritmo y dinámica de la puesta, quizá por ser la primera función, percibí que recién evidenciado el conflicto la obra comenzó a fluir con más agilidad y así se mantuvo hasta el final.

Sin duda, La comedia del año es una propuesta diligente y amena, que cumple con el objetivo de entretener al espectador, retándolo a dejar por un momento la lógica de lo cotidiano, para sumergirse en un juego interesante, donde se combinan el humor y la ironía, haciendo buen uso del recurso metateatral y ejecutado por un grupo de competentes actores.  

Maria Cristina Mory Cárdenas

7 de abril de 2024

Crítica: MOZART INTERACTIVO


La vida como un juego

Mozart hace rebotar una pelota roja de juguete junto a su hermana. Se la pasan por todo el escenario. La rebota para él. Juega solo. Juega en tiempos. Juega en ritmos. Lo acompañamos con las palmas y así, como jugando, lo ayudamos a componer La Marcha Turca. Mozart interactivo es escrita por Mateo Chiarella y dirigida por Lucho Tuesta; ambos abandonan el contar una biografía lineal para llevarnos a un juego en el que todos participamos. Hartos de las biografías en las que uno nace, crece, se reproduce y muere, nos presentan a un Mozart (interpretado por Luigi Valdizán) sin solemnidad. No es el artista en el altar que escuchó la voz de Dios: es solo un alma feliz que se expresa mediante su talento. Recordarlo muriendo mientras se escucha su Réquiem no le hace honor a su vida, porque Mozart es vida, es alegría, es juego. Tanto es un juego que nos invita a jugarlo con él.  

Los momentos más altos de la obra son cuando nos sumergen en su mundo. Donde nos olvidamos de explicaciones exhaustivas sobre las fechas de su vida para pasar a ser extras en la vida de un Mozart más cercano a un rockstar. Nos invitan al coro y, cancionero en mano, bajamos a Mozart para cantar con él una celebración sobre la vida y alegría. Porque si “la música no está en las notas, sino en el silencio entre ellas”, pues la vida tampoco está entre nacer, crecer y morir, sino reside en cómo decidimos vivirla.  

Mozart Interactivo funciona en su decisión de separarse de la biografía tradicional para adentrarse en contar la vida de alguien de acuerdo a cómo la vivió. Nos lo hace saber y nos hace partícipes de una obra capaz de mantener el ritmo y la sensación de estar en un juego, donde este domina la vida y no hay que tomársela muy en serio, ni aunque seas un genio. A veces solo queda cerrar los ojos y escuchar la música.  

Gabriel Calderón

7 de abril de 2024

jueves, 4 de abril de 2024

Crítica: MITA MITA


Paternidad por partida doble

Queda bastante claro que nuestro país no brilla precisamente por sus índices de paternidad responsable. Por ejemplo, de acuerdo con el informe de la Defensoría del Pueblo del 2016, se presentaron un total de 78,394 demandas de alimentos a nivel nacional; además, solamente en el periodo que va de noviembre del 2019 hasta octubre del 2020, se ingresaron un total de 6,821 demandas por alimentos (*). Son cifras inquietantes que demuestran que el peruano promedio no toma todavía conciencia de las responsabilidades y prioridades que representan el tener un hijo. Pues alejándose por completo de este aterrador panorama, y abrazando de lleno la comedia, se presentó en el Teatro Esencia la pieza de formato breve Mita mita, que propone una historia a la inversa: dos hombres peleándose por la paternidad de un hijo en camino.

Escrita por Luisito Fernández, la pieza nos presenta a dos hombres en la sala de espera de un hospital; cada uno tiene 50% de probabilidad de ser el padre del hijo que espera una amiga en común. Por increíble que parezca, lejos de desentenderse del problema o incluso exigir una prueba de ADN, ambos deciden hacerse cargo del bebé “mitá mitá”, luego de discutir violentamente sobre la paternidad. Como no podía ser de otra manera, el director Johan Escalante apuesta por un funcional tratamiento cómico, con acciones exageradas que matizan los diálogos inocentes y cargados de buena fe de los futuros padres.

Por su parte, Jorge Gomez y Joaquin Usseglio construyen creíbles personajes a pesar de la (absurda) situación; ambos se complementan bien en escena, con buen timing para la comedia. Con solo dos sillas y la caja negra, los actores sostienen los veinte minutos de espectáculo. Se agradece además la voz en off, pero en vivo, de la futura madre. Mita mita, a pesar de presentar una situación completamente excepcional, resulta en un simpático divertimento en el que se celebra la paternidad responsable, pero claro, llevada al otro extremo.

Sergio Velarde

4 de abril de 2024

(*) https://polemos.pe/la-paternidad-responsable-definicion-y-alcances/