jueves, 29 de marzo de 2018

Crítica: PEDRO Y LOS PANECILLOS MÁGICOS


Un pan con sabor a amabilidad

“Pedro y los Panecillos Mágicos” es una obra basada en el libro del mismo nombre del escritor peruano Richard Gallango. La dirección y adaptación están a cargo de los hermanos Alberto y César Loli Chau, respectivamente; y las actuaciones son de Niko Fantinato, José Dammert, Jorge Bardales, Janncarlo Torrese y Gina Guerrero. Gallango, en una entrevista con canal N, asegura que el cuento fue presentado en la Feria Internacional del Libro de Lima del año 2013 y co-escrito con Lucía Fernández, con el auspicio de la editorial especializada en la educación, Pearson Perú, y que se inspiró en el hecho que el primer alimento del día es el pan. El libro es parte de un proyecto de la editorial para incitar a la lectura a los niños.

La obra empieza puntual, con el teatro lleno minutos antes de que suene la primera llamada. La historia trata sobre Lito, un joven aprendiz de panadero, que con un espíritu algo ingenuo y muchas veces, con reacciones algo torpes, tiene que lidiar con su jefe gruñón y amargado, el panadero Don Fausto, y una dama chismosa, la señora Victoria, quienes le hacen la vida imposible y lo ponen en situaciones incómodas. Sin embargo, la historia da un giro, cuando un nuevo panadero extranjero llega al pueblo, uno que se caracteriza por su amabilidad infinita y conoce a Lito.

La escenografía, con mínimos cambios a lo largo de la historia, logra reproducir el ambiente bucólico de algún pueblo europeo de inicios del siglo veinte. En ese sentido, los elementos del escenario han sido muy bien trabajados y cuidados. Los actores interpretan varios personajes y aparecen en varias ocasiones, desde la puerta de entrada al público, inesperadamente. A diferencia de otras obras para público infantil, la dirección decide controlar la “cuarta pared”, es decir, permitiendo la interacción con los niños solo en contadas ocasiones, probablemente para evitar interrupciones durante los diálogos entre personajes y así, poder conmover a los pequeños con la historia.

La moraleja de la historia es que la amabilidad es la llave y además, la clave para conectarse y empatizar con los demás y por lo tanto, alcanzar la felicidad. Ese es el secreto de los “panecillos mágicos”, ya que tienen un gran éxito en el pueblo y no debido a los ingredientes, como pensaba Don Fausto. La vestimenta de los actores luce muy realista y colorida; es rescatable además, cómo los actores llegan a cambiarse de vestuario rápidamente entre escenas. Por otra parte, la música es grabada, pero resulta agradable; se lograrían resultados superiores con voz en vivo. En general, la obra es ágil, de justa duración y muy entretenida. “Pedro y los Panecillos Mágicos” estará en una temporada breve en el Teatro de Lucía en Miraflores hasta el 29 de abril. Una obra recomendable para incentivar la lectura en los más pequeños.

Enrique Pacheco
29 de marzo de 2018

3 comentarios:

Alberto dijo...

Hola, Muchas gracias por su crítica/comentario sobre "Pedro y los panecillos mágicos". Solo una observación: El libreto adaptado no me pertenece, la dramaturgia es de mi hermano Cesar Loli. Yo únicamente estoy a cargo de la Dirección general de la obra. A veces el apellido se presta a confusiones nada graves, por cierto. Saludos Cordiales. Alberto Loli.

Sergio Velarde dijo...

Corregido, gracias.

Richard Gallango dijo...

Muchas gracias