lunes, 23 de abril de 2018

Crítica: LA CANTANTE CALVA

Decirlo todo sin decir nada

La Cantante Calva es una pieza teatral escrita por Eugene Ionesco, la cual representa una corriente literaria denominada Teatro del absurdo*, propia del siglo XX. En esta oportunidad, el director Paco Caparó presenta esta propuesta en el Club de Teatro de Lima.

Lo interesante de esta puesta es lo hilarante e ilógico de sus diálogos. Como es propio de este género teatral, se busca exponer los dilemas del ser humano de hoy en día a través de la sátira. En principio, da la impresión de ser una obra fútil y sin sentido, no obstante, es allí donde radica su núcleo. Ahora bien, en este tipo de representaciones el elenco es una pieza clave para desarrollar la narrativa y situar al público. En este caso, el reparto lo conforman Fabiola Coloma, Cintia Díaz del Olmo, Omar del Águila, Santiago Giraldo, José Ferguson y Jhosep Palomino, quienes al construir personajes sólidos y al mismo tiempo divertidos, hicieron que la obra cobrará mayor sentido.

Una trama que revela problemas tan cotidianos, como lo es la ausencia de una comunicación real y eficaz entre los seres humanos modernos, es desarrollada en los conflictos y enredos de los Smith y los Martin en la puesta. Proyectando lo banales que pueden llegar a ser las relaciones interpersonales, la comunicación y entendimiento entre unos y otros. Otro detalle es el hecho de agregar los celulares como elemento que representa el medio digital que nos invade actualmente; sin embargo, debido al vestuario de los personajes (propio de los años cincuenta) se producía una incoherencia en cuanto al aspecto visual y, aunque se comprende que (los celulares) muchas veces obstruyen la comunicación directa, se notaba esa disparidad.

La Cantante Calva es una puesta divertida, arriesgada, que trata una problemática de hoy; la falta de comunicación o, en su defecto, el mal uso que hacemos de ésta al momento de relacionarnos. Mediante un lenguaje que, sin decir mucho lo dice todo, esta obra refleja lo que estamos perdiendo como humanos, como sociedad; así como, nuestra incapacidad de reconocernos y expresar lo que pensamos y sentimos.

*Este tipo de teatro tiene fuertes rasgos existencialistas y cuestiona a la sociedad y al hombre. La incoherencia, el disparate y lo ilógico son también rasgos muy representativos de estas obras comunes. (Consultado en la web)

Maria Cristina Mory Cárdenas
23 de abril de 2018

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