domingo, 22 de abril de 2018

Crítica: LUMPENENSES: LA MARCHA DE LOS INSECTOS


El mundo íntimo de Lumpenenses

Ocho historias personales unidas por un solo contexto: la marcha de los cuatro suyos. Este es el marco de la obra Lumpenenses: la marcha de los insectos,  escrita y dirigida por Alejandro Alva con lugar en el teatro Ricardo Palma. La propuesta nos trae la revisión de aquel capítulo de nuestra historia desde la situación de cada uno de los personajes, conectando las historias a través de la gran coyuntura que provocó una de las marchas más importantes del país.

La puesta en escena está estructurada por una serie de escenas donde se ve a cada uno de los personajes en dos tipos de situaciones: una “careta” pública en contraposición de una situación íntima, donde podemos ver las verdaderas necesidades de cada uno. Como propuesta, es interesante porque nos presenta no solamente a los personajes como víctimas de una coyuntura política, pues desde la dramaturgia hay un especial enfoque en mostrar la lucha personal de personajes de todo tipo de condición: políticos, profesionales, ambulantes, etcétera. 

Las contradicciones que la obra propone en cada personaje, si bien fueron construidos con particularidades y características peculiares, no las vi consolidadas en casi todo el elenco. Es decir, si bien las escenas nos informaban sobre la doble moral de cada uno, los actores se notaban un poco técnicos en aquellos momentos de quiebre que todos tuvieron a lo largo de la obra o, como se suele decir, ellos se mostraban un poco “fríos”, algo que le quitaba un poco  de ritmo a la obra.

El paso entre cada escena fue técnicamente ordenado, aunque se puede mejorar en cuanto a la precisión en elementos tecnológicos que acompañan la puesta. Al tratarse de una obra en donde tenemos un conjunto de escenas claramente diferentes, una tarea importante es lograr la unidad como montaje, pudiendo crear una fluidez rítmica en el transcurso de ella. Sin embargo, a veces ocurría que el paso entre escenas era un poco largo, lo que cortaba el flujo del montaje entero, y producía una sensación de estar viendo una obra intermitentemente.  Es importante este punto, pues un desajuste como este puede opacar todo un trabajo que definitivamente una obra como esta ha ido acumulando.

Definitivamente, el mayor aporte que considero esta obra nos trae es el de traer a la actualidad un hecho histórico como fue la marcha de los cuatro suyos. Es reconfortante ver una propuesta escénica donde no se busca regodearse en la victimización que un hecho como este pueda tener, sino que se pretende y se logra mostrar la lucha independiente de personas con las que todos lidiamos todo el tiempo: periodistas en la televisión, vendedores ambulantes, políticos, que a su vez son hijos, madres, padres y esposos que tienen más de un enredo por resolver en sus vidas. Me quedo con un hecho fundamental mostrado en el montaje: cada uno tiene su propia lucha, sin importar las apariencias buenas o malas que individualmente puedan proyectar.

Stefany Olivos
22 de abril de 2018

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